Si llegaste a esta página esperando encontrar un ataque o desprecio hacia el cine ecuatoriano o sus realizadores, estás equivocado. Aquí nos ocupamos de analizar la cruda realidad de nuestra industria cinematográfica. Lo que sigue es un desglose en 8 puntos de los problemas más serios que mantienen estancado al cine en Ecuador, problemas que tienen sus raíces en nuestra cultura y que afectan profundamente a la industria.
1. El Desinterés Cultural
Uno de los desafíos más devastadores que enfrenta el cine ecuatoriano es el desinterés cultural. Imagina trabajar durante años para sacar adelante una película solo para encontrarte con que a casi nadie le importa; es un golpe devastador cuando una obra se convierte en un fracaso de taquilla y, en pocos meses, nadie recuerda que esa película existió. Esta situación ocurre frecuentemente con la mayoría de las producciones nacionales. Lamentablemente, hacer cine en Ecuador a menudo resulta en pérdidas económicas, y el desinterés por parte del público ha existido desde siempre.
Si realizara una encuesta en la calle, probablemente menos de 10 de cada 100 personas podrían mencionar alguna película ecuatoriana que hayan visto. El ecuatoriano promedio parece no estar interesado en el cine nacional. Existe una percepción errónea de que las historias que contamos no merecen ser vistas o que están mal contadas. Pero, ¿cómo se puede criticar algo que apenas se conoce? Muchas de estas opiniones provienen de la ignorancia y el desconocimiento, y este desinterés generalizado perpetúa un círculo vicioso en el que la falta de apoyo lleva a que las películas pasen desapercibidas.
2. La Televisión Nacional: Un Ciclo de Mediocridad
Desde pequeños, muchos de nosotros crecimos viendo en la televisión ecuatoriana un contenido repetitivo: telenovelas o series extranjeras, o en su defecto, copias mal logradas de ellas. Esta fórmula, que lleva mucho tiempo caducando, acostumbró al espectador ecuatoriano a consumir productos llenos de inconsistencias, malas actuaciones, morbosidad y mediocridad. A pesar del arduo trabajo que se invierte en estas producciones, y aunque eso merece respeto, el resultado casi siempre ha sido el mismo: dinero desperdiciado en producciones de baja calidad.
Las cadenas de televisión nacional invierten millones de dólares en estos contenidos, pero lo único que ofrecen es más de lo mismo. Lo más preocupante es que podrían invertir en algo diferente, en proyectos que apuesten por la calidad en lugar de la cantidad. Existe talento tanto dentro como fuera de la televisión nacional, pero ese talento se desperdicia en telenovelas que han saturado al público ecuatoriano. Esta saturación ha llevado a que el espectador promedio esté tan acostumbrado a consumir contenido de baja calidad que, cuando se le presenta algo diferente, se sorprende, no le interesa o simplemente lo ignora.
Este ciclo de mediocridad perpetúa una cultura que no valora la innovación ni la calidad en las producciones audiovisuales. Y lo que es más triste, deja en el olvido a los creadores que desean ofrecer algo más significativo y auténtico. El desafío radica en romper con esta inercia, en abrir paso a nuevas formas de contar historias que reflejen nuestra realidad con integridad y que no subestimen al espectador. El cambio es posible, pero requiere valentía y un compromiso serio con la excelencia en la producción televisiva.
3. La Falta de Apoyo del Estado.
No es necesario ser un genio para notar que el Estado ecuatoriano ha sido prácticamente ausente en cuanto al apoyo al cine nacional. Esta falta de respaldo ha llevado a que numerosos proyectos con alto potencial nunca vean la luz, que muchas ideas se queden inconclusas, y que los realizadores tengan que enfrentar un sinfín de obstáculos para llevar a cabo sus producciones. Esta carencia de apoyo no solo impacta a los cineastas, sino que también condiciona a la sociedad, ya que la falta de respaldo del Estado crea un ambiente donde el fracaso parece inevitable incluso antes de comenzar.
Es un hecho que el Estado siempre ha contado con fondos destinados al apoyo de la cultura y las artes, pero, lamentablemente, estos recursos parecen desaparecer en otros sectores, o simplemente no se destinan de manera eficiente a donde realmente se necesitan. Si deseamos un país con una identidad cultural sólida y una verdadera apreciación por su propio cine, el Estado debe desempeñar un papel crucial en el desarrollo de la industria cinematográfica.
El cine no es solo entretenimiento; es una herramienta poderosa que genera empleo, educa, informa y, sobre todo, cuenta nuestra historia, una historia que a menudo es dolorosa y que merece ser escuchada. El apoyo estatal al cine es esencial no solo para preservar nuestra cultura, sino también para fortalecerla y proyectarla al mundo. Si el cine nacional no recibe el respaldo que necesita, seguiremos perdiendo la oportunidad de que nuestras historias sean contadas, nuestras voces sean escuchadas y nuestra identidad sea reconocida.
El cine tiene el poder de transformar la sociedad, de hacer que nos veamos a nosotros mismos con nuevos ojos y de conectar nuestras experiencias a través de una narrativa compartida. Es imperativo que el Estado reconozca este valor y actúe en consecuencia, destinando los recursos y el apoyo necesarios para que el cine ecuatoriano florezca y alcance su verdadero potencial.
4. El Contenido Mediocre en Redes Sociales: Una Amenaza para la Calidad Cultural
Es lamentable que, en la era digital, se encuentren numerosas páginas en redes sociales, especialmente en Facebook, que parecen replicar la fórmula de programas como "La Rosa de Guadalupe". Estas páginas, que se presentan como contenido "reflexivo", están en realidad saturadas de morbo, mediocridad y fórmulas básicas diseñadas para captar la atención de un espectador acostumbrado a la televisión nacional de baja calidad. En esencia, parece que la televisión también ha migrado a las redes sociales, arrastrando consigo sus peores vicios.
Cada persona tiene derecho a entretenerse con lo que quiera, pero es preocupante que niños y jóvenes se estén criando viendo contenido tan carente de valor educativo y tan poco creíble. Este tipo de producciones, que carecen de originalidad y de identidad cultural, generan miles de dólares, lo que, tristemente, refuerza la idea en Ecuador de que es posible hacer dinero fácil con contenido superficial. Esta tendencia no solo perpetúa la mediocridad, sino que también diluye el potencial educativo y cultural de los medios audiovisuales.
Educar a una sociedad con contenido de calidad, que utilice un lenguaje cinematográfico enriquecedor, puede hacer que las nuevas generaciones crezcan apreciando y aprendiendo de un arte tan poderoso como el cine. No somos quienes para decir que este tipo de contenido no debería existir, pero es difícil imaginar que alguien pueda sentirse orgulloso de crear algo que simplemente alimenta el morbo de un público poco exigente y que, en última instancia, contribuye al empobrecimiento cultural de nuestra sociedad.
Si deseamos un futuro en el que las redes sociales se utilicen para algo más que entretenimiento vacío, es crucial fomentar y apoyar la creación de contenido que eduque, inspire y desafíe a los espectadores, en lugar de simplemente complacer sus impulsos más básicos.
5. La Sociedad Solo Valora Logros, Nunca el Proceso
El ecuatoriano promedio no se siente orgulloso sino hasta que ve un logro tangible. Un ejemplo claro son los deportistas: nadie los conoce ni les presta atención hasta que ganan una medalla, pero una vez que lo logran, todos se suben al barco del éxito. Lo mismo sucede con la música, el cine y otras artes. Existe una tendencia preocupante hacia la envidia y los resentimientos sociales, donde parece ser que se obstaculiza a aquellos que desean triunfar o hacer algo grande.
Hacer cine es un proceso arduo pero hermoso, que debería ser valorado desde sus inicios. Sin embargo, la realidad es que muchos deciden no apoyar ni interesarse en las etapas tempranas de un proyecto cinematográfico. Para que el cine ecuatoriano prospere, necesitamos ser fanáticos de nuestro propio cine, apoyar desde el principio, empujar juntos para alcanzar festivales, celebrar pequeños logros como el estreno de un cortometraje o la finalización de un guion.
Lamentablemente, ocurre todo lo contrario: las críticas negativas son masivas, y siempre se destaca lo malo en lugar de reconocer lo bueno. El cineasta que sueña con hacer historia requiere de una sociedad que lo respalde desde el comienzo, que crea en él, y que entienda que los grandes logros son el resultado de un proceso que merece respeto y admiración. Sin ese apoyo continuo y constante, es difícil que nuestro cine crezca y alcance su verdadero potencial.
6. Aprender a Enseñar Cine
Aunque no se puede generalizar, hay varias universidades públicas en Ecuador que ofrecen la carrera de "cine". Sin embargo, en muchos casos, los docentes que imparten estas clases nunca han estado realmente involucrados en la industria cinematográfica, y pretenden transmitir conocimientos sobre algo que ellos mismos no comprenden plenamente. Esto da lugar a profesores mediocres que están en el aula solo porque no existe un verdadero proceso de selección o porque las instituciones carecen del presupuesto necesario para contratar docentes de calidad.
Enseñar cine requiere práctica, y muchas de estas carreras tienen un plan de estudios donde la teoría parece tener más peso que la práctica. Es imposible formar cineastas si lo único que se ofrece dentro de las instituciones es una pérdida de tiempo y una enseñanza superficial. Para enseñar cine, es necesario que los estudiantes tengan acceso a experiencias reales de producción, que se fomente la creatividad y que se brinden las herramientas para contar historias visuales de manera efectiva.
No se puede "vender" una carrera de cine si lo que se ofrece no está a la altura de lo que la industria demanda. Los futuros cineastas necesitan ser formados por profesionales que realmente entienden el arte y la técnica del cine, y que están dispuestos a compartir no solo su conocimiento, sino también su experiencia práctica.
7. Tenemos Tantas Historias por Contar y que el Mundo Conozca
A menudo estamos tan acostumbrados a ver series y películas extranjeras que se convierten en éxitos globales, que olvidamos que nosotros también tenemos historias poderosas que merecen ser contadas. Países como Colombia, Argentina y México han demostrado que las historias más impactantes, aquellas que abordan los momentos más duros y significativos de su historia como sociedad, son las que resuenan en el mundo entero, llegando incluso a ser merecedoras de premios como el Óscar.
Ecuador tiene mucho que decir al mundo, y qué mejor manera de hacerlo que a través del cine. El cine es una ventana a nuestras historias, nuestras luchas y nuestras victorias. Debemos atrevernos a escribir y filmar historias que han marcado a nuestro país, que reflejen nuestras realidades y que, a la vez, sean universales.
No podemos conformarnos con lo mismo de siempre. Es hora de poner a Ecuador en el mapa cinematográfico, mostrando al mundo tanto nuestros errores como nuestros logros y aspiraciones como sociedad. Tenemos que tomar riesgos y contar esas historias que han sido silenciadas, pero que merecen ser escuchadas. Con una serie cinematográfica bien realizada, difundida en plataformas digitales, podemos alcanzar una audiencia global y hacer que nuestra voz se escuche más allá de nuestras fronteras.
8. Respetar al cineasta ecuatoriano
Es profundamente lamentable y preocupante observar cómo se menosprecia, insulta y subestima al cineasta ecuatoriano. Los cineastas ecuatorianos han dedicado años de su vida a la creación de cine en un país que, desafortunadamente, a menudo ignora y subestima esta forma de arte tan valiosa y enriquecedora.
Para entender el respeto que merecen, es crucial reconocer el esfuerzo monumental que han invertido en sus proyectos. La realización de una película no es una tarea sencilla, y los cineastas ecuatorianos deben enfrentar una serie de desafíos significativos. Estos desafíos incluyen la falta de recursos, el escaso apoyo institucional y las dificultades para acceder a una audiencia amplia. A menudo, deben luchar contra la indiferencia y la falta de reconocimiento, lo cual puede ser desalentador.
Muchos cineastas ecuatorianos enfrentan años de dificultades y frustraciones antes de ver cumplido su sueño. En algunos casos, pueden pasar hasta 10 años trabajando en un solo proyecto, un tiempo que puede parecer interminable para aquellos que no están familiarizados con las arduas realidades del cine. Este largo proceso no solo representa una lucha personal, sino también un compromiso con el cine como arte y como medio de expresión cultural.
Es importante recordar que el sueño de estos cineastas no es solo suyo; es un sueño compartido por la comunidad cinematográfica en general. La pasión y el esfuerzo de cada cineasta contribuyen a una rica y diversa industria cinematográfica que enriquece nuestra cultura y nuestra sociedad. Aunque puede haber películas que no resonarán con todos los espectadores, esto no disminuye el valor del esfuerzo y la dedicación que se ha invertido en su creación.
Hacer cine en Ecuador es como nadar contra la corriente en un entorno desafiante. A pesar de las dificultades, quienes realmente aman el cine harán todo lo posible por concretar su obra. Su perseverancia y dedicación merecen nuestro respeto y admiración. Valorarlos y apoyarlos no solo es un acto de reconocimiento de su esfuerzo personal, sino también un acto de apoyo a la evolución y crecimiento del cine en nuestro país.
CONCLUSION
Si has llegado hasta aquí, es porque te interesa conocer esta cruda realidad. En este análisis no abordamos los defectos que, indudablemente, existen en nuestra industria cinematográfica y que deberán ser mejorados. Sin embargo, es injusto tener un concepto preconcebido sobre el cineasta nacional cuando ni siquiera se invierte una pequeña suma, como 6 dólares, para apoyar el cine ecuatoriano.
Estamos seguros de que este panorama cambiará; la pregunta es, ¿cuándo? ¿Cuánto más debemos esperar para ver una verdadera transformación? Hay tanto talento, tantos artistas y tantas leyendas en nuestra industria que merecen que este cambio llegue pronto. La espera no debe ser eterna; es momento de apoyar y valorar el cine nacional como se merece.
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Comentarios
Otro de los problemas serios del cine ecuatoriano es el no cuestionamiento a los modelos de producción. Creer que el esquema holywoodense es el único posible para hacer una película.
Mientras sigamos produciendo desde la hegemonía jamás encontraremos nuestra identidad y formas propias para contar nuestras historias.